Voy a contarte
la brevedad
insignificante
de la suerte.
pasos de hombre detrás de ella.
La presa del psicópata.
Caminar tres cuadras
sin girar la cabeza,
sabiéndome perseguida.
Oír que estaba a unos centímetros de mí
y salir ilesa de ser víctima fatal.
¿No digo? ¡Es mucha suerte!
Pero no les temo.
otra vez
los cuatro matones que se bajaron
de esa trafic blanca
que aún debe seguir estacionando
por las noches
en la rotonda de Limache
para llevarse niñas ingenuas.
De nuevo, tuve suerte, mucha suerte.
mañana estaré desorbitada
caminando tus calles
admirando
la simpleza hermosa
de la noche norteña.
Y tuve suerte otra vez.
¿En cuántas veces se nos agota la suerte a las mujeres?
© Danhir Salomón
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