Amenazan a la lengua.
Si no las pronuncio
las llevo adheridas
y si no las libero,
pesan.
Las intuyo en un fin
de lugares sin coordenadas.
Ah, primero
hay que buscarlas en los basurales
y en cada porción de cotidianeidad.
Pero no ha pasado el día,
aún no llegan las espinas
de mis peces muertos
a la tráquea.
Es inevitable
el gusto en la lengua,
y el sabor de las palabras.
Las que consigo
son rancias y amargas
así en contraste
me sabe más dulce la vida.
© Danhir Salomón
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