lunes, 23 de junio de 2008

Número 253


Cierta vez, cuando viajaba junto a mi padre en uno de sus incontables viajes hacia el Chaco salteño (Santa Victoria Este, Monte Carmelo, Rivadavia Banda Norte), el acompañante de ocasión nos informa "aquí vive el tigrero", entonces mi padre decició conocerlo aprovechando la oportunidad para descansar un rato.

Estacionó la camioneta junto a la vivienda de Sánchez, el tigrero. Este señor era guardabosques de una hermosas extensiones de tierras que en esta zona pertenecían a Sancor una empresa lechera de este país, lindos bosques para alimentar sus vacas.

Se saludaron y entre “mate y mate”, mi padre le pregunta cuántos tigres había cazado en total, a lo que éste, indiferentemente, responde:


__ Mire... me dediqué a matarlos para vender los cueros porque en esa época, pagaban muy bien por ellos, se cotizaban bien… y varias veces debí viajar hasta Uruguay para cazar. Pero, después del tigre número doscientos cincuenta y dos nunca más quise seguir cazando...

__ Eh... pero, por qué no ha cazado más? – le pregunta mi curioso padre mientras yo, pequeña, seguía atenta la conversación que no olvido.

__ Bueno, ésa fue la última vez que fui a cazar, para que comprenda mi postura, le voy a contar una historia: “La del tigre número doscientos cincuenta y tres”. Y diciendo esto, comenzó a relatar lo que ahora transcribo y recuerdo nítidamente:


Venía queriendo encontrar un buen ejemplar... en eso, apareció uno muy lindo. Bonito el tigre... como jamás había visto ninguno. Mandé los quince perros que tenía para distraer al animal, de este modo se va cebando con los perros hasta que llega a atacarme a mí.


Pero yo, con mi “Winchester”, lo esperaba tranquilo. Además, tenía dos revólveres Coll, calibre treinta y ocho. El tigre, cuando está “cebao” mata a los animales, a los perros con un solo manotazo los descuartiza...y a unos seis metros salta para atacar al hombre.


Este tigre iba abriéndose paso, para hacerme frente, avanzaba dando manotazos a derecha e izquierda, mientras a cada lado del tigre iba cayendo muerto uno de mis perros...


Cuando ya estaba como a seis metros y medio empecé a dispararle con el Winchester y, para asombro mío, por primera vez en mi vida, erré el tiro. ¡¡Nunca había errado un tiro!! Imagínese, no son balas, sino tremendos proyectiles!


Mientras observaba cómo el tigre subía a un árbol, pensaba “qué raro que no cae el bicharraco éste, no puede ser”, yo le disparaba a la frente, al ojo, por todos lados y nada... al terminar los proyectiles del Winchester, saco uno de los revólveres y comencé a darle con mayor ahínco “pá, pá, pá, pá...” y nada, el tigre no caía.

Entonces, precipitadamente, saqué el otro revólver y continué disparando sin cesar. No obstante, el tigre no padeció ni un solo rasguño!


Se me terminan las municiones y ya no sabía qué iba a hacer por el peligro que implicaba estar, sin defensas, frente a un tigre; de pronto, éste dio un salto, no hacia mí... sino que se dio media vuelta, me miró, por última vez, lamiéndose sus manitos, y se fue como perdonándome la vida.


A ese comportamiento del animal lo tomé como un mensaje de Coquena que me mostraba sus límites y los míos, que me decía “hasta aquí no más... de este modo te demuestro que de ahora en adelante no podrás cazar ni un solo animal más”.


Agradezco lo que obtuve con lo que hice hasta el tigre número 252, pero nunca debí abusar de mi facilidad para cazar.


Yo respeto los mandatos de la naturaleza. Por eso, mi amigo, no he vuelto a cazar.

Danhir


* Coquena:

Ser mitológico del norte de Argentina, especialmente de las provincias de Salta y Jujuy, protector de los animales de los cerros en particular de las “vicuñas” que castiga a los cazadores inescrupulosos en especial a los que cazan con armas de fuego.

También asiste, en sueños, a la gente que pasa hambre dándole la ubicación de las manadas sin crías para que puedan cazar y saciar el hambre.






8 comentarios:

INSOMNE dijo...

muy bueno danhir. coquena deberia actuar asi mas seguido con tantas especies q tenemos amenazadas de extincion aca en nuestra provincia...saludos!

Nocturna dijo...

Insomne:

¡Pobre Coquena!
No debe poder atender todas las malas jugadas que los humanos le hacemos a la naturaleza por todos los lugares del mundo, debe estar casi exausto!

¡Saludissss!


(:

aapayés dijo...

Hola hoy me perdi en tu lectura, pero me encontre solo leer tu nombre.. lindo como siempre un beso

Nocturna dijo...

Adolf:

¡Muchas veces es mejor perderse!

¡Saludettes!

(:

Pakous dijo...

Coquena,.... no me suena... se debería permitir la clonación de coquena y enviar millares de esos animalillos por el mundo a ver si lo acaban de arreglar...

Fernando Valls dijo...

Buena historia y mejor contada.

Nocturna dijo...

Jajaa!

Pako, Coquena no es considerado un "animalito", sino toda una deidad.

¡Igual... estarían buenas esas clonaciones!

(:

Nocturna dijo...

Fernando:

Anoche estuve "actualizándome" con tu Blog, siempre es un lujo disfrutar tus entradas.

Gracias por todo